'Aunque los convulsos acontecimientos de los últimos años han causado sufrimiento y nos han distraído de nuestra vida cotidiana, también nos han empujado a reflexionar sobre nuestras prioridades y valores. El aislamiento debido al COVID puso de manifiesto la importancia de la familia y de las cosas cercanas a nosotros, física y emocionalmente, mientras que la escasez de alimentos provocada por la guerra de Ucrania evidencia las debilidades de las cadenas de suministro globales.
Estas lecciones refuerzan la necesidad de enfrentarnos a la emergencia climática, resultado de una búsqueda incesante del crecimiento económico, de procesos industriales y agrícolas imprudentes, de la erosión de nuestro entorno y de una falta de circularidad. Debemos reconsiderar nuestras prioridades y hábitos, abordando las causas de esta emergencia y desarrollando tácticas de mitigación y resiliencia.
Conforme tomamos conciencia de los pasos que debemos dar colectivamente hacia un mundo más sostenible, Galicia resulta menos expuesta y más preparada que otras regiones. Su naturaleza no sólo es su tesoro, sino que también alberga la clave de la sostenibilidad y la prosperidad.
Este capital natural está reforzado por el capital humano. La naturaleza está arraigada en la cultura del pueblo gallego, en su forma de vida y su carácter. Han trabajado y luchado con la naturaleza, y han sido moldeados por ella durante generaciones. Sus sistemas tradicionales de cultivo adquieren una relevancia renovada y global, cuando nos damos cuenta de los fallos de nuestros procesos industrializados de producción alimentaria, con sus pesticidas, el descuido del bienestar animal y la destrucción de biodiversidad.
Al igual que otras regiones europeas, Galicia ha sufrido una desmesurada emigración del rural, debido a la creciente importancia de las ciudades como generadoras de economía y al competitivo mercado global. Sin embargo, las nuevas economías verdes volverán a poner el acento en lo natural, rural y regional. Los recursos naturales de Galicia son su oportunidad. Trabajar con la naturaleza no se limita a los métodos tradicionales de trabajo intensivo de la tierra y el mar. Las industrias tradicionales serán la base de las nuevas. Según cuestionamos la eficiencia del mercado mundial convencional, una mayor sensibilidad sobre las cadenas de suministro desalentará métodos de producción y distribución que generen daños innecesarios a nuestro entorno.
No podemos esperar que la empresa privada desarrolle estas economías por si sola. El apoyo y el estímulo de los gobiernos son fundamentales. La movilidad, la conectividad, la investigación, la formación profesional y las infraestructuras sociales deben ser la prioridad del gobierno autonómico.
Más que seguir simples convenciones de planificación, las políticas futuras deben anticipar una visión territorial global, definida mediante un compromiso con materiales y productos coherentes con los objetivos compartidos: una transición hacia fuentes energéticas naturales y renovables y un enfoque económico, medioambiental y de gestión de residuos verdaderamente circular.
Todo está del lado de esta misión. Europa está fomentando abiertamente las iniciativas que abordan los retos de protección del medio ambiente y de la seguridad social. La comunidad científica está centrando y compartiendo su investigación y sus datos. La economía se está ajustando a nuevas exigencias, expectativas y objetivos. La inversión busca sectores sostenibles.
Fundación RIA trabaja con diversas administraciones y organismos, independientemente de su adscripción política o interés económico, en estas cuestiones que afectan a nuestros entornos natural y construido. Cómo los desarrollamos y protegemos tiene una gran influencia en nuestras comunidades.
Debemos rechazar la mala planificación y el desarrollo irreflexivo de las últimas décadas. En el futuro, todo deberá medirse considerando su efecto sobre la calidad de dónde y cómo vivimos, su contribución a la cohesión social y su impacto sobre la naturaleza y la biodiversidad. Asumiendo estas cuestiones como oportunidades, Galicia no puede centrarse sólo en los retos medioambientales globales, sino también en definir su papel económico, mantener la calidad de vida para las generaciones futuras y asegurar su propio destino.'
David Chipperfield es director de David Chipperfield Architects, Premio Pritzker de Arquitectura 2023 y presidente de la Fundación RIA.
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Este artículo fue publicado en La Voz de Galicia el 19/03/2023.